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espacio muerto. No te preocupes de los daños. Estoy construida para soportar cuarenta y
cinco mil libras por pulgada cuadrada  sus luces oscilaron varias veces, brillando
intensamente a continuación. Su chasis estaba sembrado de numerosos indicadores.
Tres de ellos, grandes y centrales, se asemejaban a ojos. Otros estaban dispuestos
formando lazos y volutas, mucho más decorativos que funcionales. Vacíos alvéolos
señalaban los rudimentos de sus brazos y piernas.
La áspera cubierta irritaba la espalda de Larry.
 ¿De acuerdo?
 Estupendo. Maravilloso  su voz era demasiado apasionada . Puedes desconectar el
cable de energía y hacerme girar en la dirección opuesta a fin de deshacer nuestro
acoplamiento.
La grúa la devolvió a la hilera de dañados robots de batalla. Sus indicadores
resplandecían.
 Gracias. Fue realmente agradable por tu parte.
Larry estaba sospechosamente eufórico. Se quedó de pie y cepilló su maniquí. Cuando
se quitó el casco latieron los verdugones de su espalda. Volvió su irritación. Los cambios
de humor le alertaron. Estudió el interior del casco.
 ¡Estereosónicos!  exclamó . ¿A qué se fija este anillo E?
 Está sintonizado con la zona erógena de tu maniquí..., el pivote de montaje. Esas
ondas sónicas actúan sobre tu hipotálamo, así como con diversos núcleos
mesencefálicos: el de Brady, Lilly, Olds..., el sistema reticular.
 ¡Mis centros del placer!
 Quería que disfrutaras de haberme recargado. Me gusta intercambiar placer por
energía..., un trato justo  dijo ella.
Larry se encolerizó, saltando hacia atrás.
 ¡No necesito ese género de cosas de una máquina!
Su enganche de mordaza se alargó en un puchero silencioso.
 Me doy cuenta que quedas cargada, pero no tienes que pagarme... este... de esa
forma  gruñó.
 Estás avergonzado. Lo siento.
 No estoy avergonzado. Simplemente que no pienso en ti como en un objeto sexual.
No eres más que una caja herrumbrosa...
 ¿Y después de que esté reparada? ¿Me ayudarás a seleccionar mis apéndices
nuevos..., brazos, piernas, una cabeza?
Se negó a contestar. Su actitud era demasiado familiar, posesiva, femenina.
Ella emitió una risita.
 ¿Qué es tan gracioso?
 Mi nuevo nombre. Puedes llamarme «Rusty». ¿Te gusta?
 No. ¿Qué clase de máquina eres?
 Mira mis tres ojos..., observa  los tres indicadores modificaron rápidamente colores y
emblemas hasta aparecer un limón y dos cerezas . Soy una máquina tragaperras..., un
juego de azar.
 ¿Apostar? ¿Para qué?
 En mi último barco estaba conectada al cerebro principal y funcionaba con créditos
calóricos. Algunos afortunados miembros de la tripulación del Perseguidor Tres se
llevaron a la tumba el suministro de un año de sabores.
 ¡Vaya suerte!  Larry se desplazó en un amplio circulo pateando y moviendo los
brazos . ¡Una máquina tragaperras femenina! Y necesita un maniquí para recargarse  se
detuvo, preocupado . Aborrezco preguntarlo, pero... ¿con qué frecuencia... lo necesitas?
La máquina dejó escapar una risita y guiñó su ojo central.
 A diario sería estupendo, pero puedo arreglarme con una vez por semana o así.
Larry se dirigió a paso largo a la comida de la noche. Las esposas de ARNOLD
contemplaron suspicazmente el resplandeciente torso equino. Cabrioleó alrededor de la
mesa, hizo muecas e hizo que su maniquí tomara la forma de sátiro sentándose como un
humano.
Sunfish trajo su bocadillo usual, vegetales y corteza. Su barredor sanguíneo había
hecho descender los niveles de potasio y urea de su suero liberándole de su perpetua
náusea urinosa. Los aromas de las almejas al vapor y la langosta hervida hicieron
estremecerse a sus fosas nasales. Sentía apetito por primera vez desde la pérdida de su
maniquí anterior. Abriendo el ascético bocadillo le añadió una rodaja de pescado cocinada
y dio un gran mordisco. Cayeron las migajas. Colmó su plato: patas de calamar, huevas
de erizo, pies de mejillones. Dos jarras de cerveza de Rorqual más tarde, el sátiro se
apoyaba en su codo derecho, charlando volublemente con voz ligeramente pastosa.
ARNOLD hizo un gesto al otro lado de la mesa.
 ¡Así es como hay que comer y beber; si no te conociera bien, Larry, pensaría que
algunas mujeres se habían dedicado a seducirte... para darte tal apetito!
Larry levantó su jarra, sonriendo. Todos rieron con él. Después de todo, esta noche era
un sátiro disipado.
Larry galopó cubierta abajo deteniéndose junto a ARNOLD.
 ¿Nada de resaca?  comentó el gigante.
 Un barredor sanguíneo eficiente, eso es todo  expuso sus dudas respecto a la
máquina tragaperras . Parece muy lista y disfruto hablando con ella, pero no creo que
debiera obtener mi placer de esa forma, artificialmente.
ARNOLD asintió.
 Comprendo. Tú y yo estamos destinados a mantener relaciones íntimas con cíbers: yo
por mi pan de quince aminoácidos y tú debido a diversas funciones corporales. Los cíber
gustan naturalmente de nosotros porque dependemos de ellos. Supongo que nos
complementamos mutuamente.
 ¡Simbiontes!
 Sí. Estas máquinas han hecho nuestras vidas más largas y más ricas. Protegen
nuestro metabolismo..., tus funciones renales y mi nutrición; nos ayudan a viajar;
expanden nuestra consciencia intelectual. No es sino natural que jueguen un papel en
nuestras vidas sexuales: mis muchas esposas son alojadas por Rorqual; tu sistema
reticular es cosquilleado.
Larry estaba silencioso, pensando.
 Desde luego puedes hacer lo que desees  continuó el gigante , pero los centros del
placer están ahí para ser usados. Eres medio máquina..., lo has sido durante más de la
mitad de tu vida, si cuentas los años pasados con Trilobitex y Rorqual. No te olvides de
eso.
 ¿Que soy medio máquina? Supongo que sí. Bien, no tiene sentido excitarse ahora
con respecto a eso. Quizá si me cuido de que esa máquina tragaperras obtenga sus
apéndices no me sentiré como si hubiera descuidado una inteligencia.
Trotó hacia la escotilla de proa.
 ¿Tan pronto de vuelta?  reprendió ella burlonamente. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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