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Hiperglándula, y fue allí donde la conoció Bill. ¡Si! ¡Si programamos sus estadísticas
vitales, muy bien podría ser que consiguiéramos sacarla de allí sin esfuerzo!
 ¡97-56-86! -dijo Bill.
 ¿Como es posible que conozcas las medidas de mi hija, Bill?  pregunto el doctor-
Barón, estupefacto.
 Simplemente las oí en alguna parte  murmuro Bill, y luego cambio rápidamente de
tema . ¿Bueno, a que estas esperando, Rick? ¡Programa las estadísticas vitales!
 Con su permiso, doctor.
 ¡Por supuesto! ¿Es posible que mi aparentemente interminable búsqueda de mi hija
tenga por fin un final? ¿Durante cuanto tiempo he estado buscándola? Siglos, me
parecen. ¡Adelante, Rick, adelante! Pero, por cierto, así, de pasada, tu forma de hablar
me resulta muy familiar. ¿No te conocí antes en otra parte?
 ¡Allá vamos, doctor!  dijo Rick exultante, haciendo caso omiso de la pregunta y
poniéndose a trabajar en los controles.
 ¡Espera un momento! ¿Como es que sabes hacer eso?
 Aprendo rápido  respondió Rick, empujando palancas y botones.
Los tendones se tensaron, los nervios y ganglios chispearon y chasquearon con
energía electroquimica.
 ¡Zaratustra!  exclamo Bill, alarmado . ¿Que le ocurre a la biocomputadora?
Un resplandor de luz atravesó, ondulando, la moteada piel transparente y hecha de
retazos que cubría aquella enorme cosa. Se sacudió y tembló espasmódicamente como si
estuviera pasando por los mas profundos e incómodos procesos de redistribución interna.
 ¡Si!  grito Rick . ¡Y ahora, allá vamos... 97-56-86! Vamos, muñeca. ¡Yo quiero a
Irma Krankenhaus!
El ojo de la biocomputadora se agitaba, abriéndose y cerrándose, como si estuviera en
medio de un complicado viaje producido por efecto de las drogas. De una multitud de
bocas salieron lenguas agitándose, como matasuegras en la noche de Fin de Año. En la
extensa piel comenzaron a aparecer protuberancias como globos que se hinchaban cada
vez mas.
Luego, tras un gemido interno, pudo verse como aparecía un cuerpo en el interior de
una de aquellas hinchazones alargadas, un rostro y un cuerpo que estiraban la
membrana.
 ¿Alguien tiene un alfiler?  pregunto Rick.
Sin embargo, quedo demostrado que el alfiler era innecesario cuando aquella
membrana que se estiraba cada vez mas estallo por su propia cuenta, y arrojo sobre el
suelo una ola de fluido en medio de la cual había una mujer empapada que se deslizo y
resbalo en el charco resultante.
Bill no podía creer lo que estaba viendo.
 ¡lrma!  grito, lleno de gozo . ¡lrma!
 ¡Puaj!  grito la mujer, que forcejeaba para levantarse . ¡No te quedes ahí parado,
idiota! ¡Ayúdame a salir de esta porquería! ¡Estoy chorreando!
Bill se adelanto con mucho cuidado y, tras levantar a Irma, la atrajo hacia si y la abrazo.
No le importaba el agua, de hecho le encantaba la forma que tenia de hacer casi invisible
el vestido transparente de Irma.
 ¡lrma! ¿Me reconoces?
 Por supuesto que te reconozco, débil mental. Tu eres Bill y yo soy el amor de tu vida.
¿Ahora, podría alguien tener la amabilidad de decirme donde demonios estoy? Todo lo
que se es que no estoy de muy buen humor.
Se volvió a mirar a Rick, pero no manifestó emoción alguna; luego giro la cabeza y vio
al Barón Arido, cuya cabeza temblaba a causa de la expectación, y miraba a la muchacha
esperanzado y feliz.
 ¡Papa!  grito ella, apartándose de Bill . ¡Papa!  Se acerco al hombre y le
abrazo . ¡Papa!  dijo, apartándose para mirarle apreciativamente . ¿Ha vuelto a
afligirte la artritis?
 Es una larga historia, pastelillo de miel. Simplemente es fantástico volver a verte, y
eso es todo.
 ¡Miren!  grito Bill, mirándose el pecho. ¡El palomo muerto y la tira de cuero estaban
desapareciendo! . ¡Te he encontrado, y la mugre marinadora envejecedora esta
desapareciendo! ¡Estoy libre de la maldición! ¿Puede ser realmente la vida una historia
con un final feliz?  Bill corrió hasta su amada, la arrebato en un abrazo, y le dio un beso
en los labios.
 ¿Final feliz?  pregunto Rick . Pues claro, Ya lo creo, Bill. ¡Pero probablemente no
para ti, ni para el doctor, ni para Irma... ni, puestos a ello, para el universo!
Bill, con Irma aun encerrada en su abrazo, se volvió a mirar a su antiguo compañero.
Rick tenia en su rostro una extraña expresión satisfecha, y su color había vuelto a
cambiar. Ahora era mas bien gris. Un gris casi metálico.
 ¡Oh, no! ¡Como puedo haber sido tan estúpido!  dijo el Barón Krankenhaus .
¡Tenia que haber previsto lo que vendría a continuación! Trolls, ¡detenedle! ¡Matadle!
Los trolls tropezaron y se lanzaron al ataque, pero no con la suficiente rapidez, no,
ciertamente. Las manos del Héroe Superno manipularon a toda velocidad los controles de
la computadora. Algunos microsegundos mas tarde se abrieron dos de las bocas de la
biocomputadora. Dos largas lenguas salieron disparadas, envolvieron a los trolls y los
metieron en las feroces y rechinantes bocas.
Rick río como un maníaco.
 ¡La he encontrado! ¡La Fuente de las Hormonas! ¡El núcleo! ¡El centro de poder que
siempre he ambicionado!
 ¿Rick?  dijo Bill . Rick, viejo camarada. ¿Te estas volviendo, posiblemente,
ligeramente chalado? ¡Ya se que todas las semanas son la «semana de joder al
compañero», pero esto es ridículo!
 ¡Oh, no!  exclamo con voz áspera el doctor Krankenhaus . ¡Oh, Dios, no! ¡Esto no
puede ser! ¡Guardias! ¡Demonios! ¡Criaturas! ¡Socorro!
 Ahorre saliva, doctor  dijo Rick, exultante, con una voz que sonaba diferente .
¡Tome la precaución de cerrar, acerrojar y superpegar...  dijo, levantando un recipiente
con un inyector goteante todas las puertas que conducen hasta aquí! Y dado que ya
domino los controles de su computadora corpuscular, un ligero toque...  Rick acciono
una palanquilla. Inmediatamente se oyó un ahogado coro de gritos que se filtro a través
de la puerta cerrada se encargara de prevenir un ataque con ariete. Eso fue el
equivalente psíquico de un rodillazo en la ingle, amigos míos. ¡Así que permanezcan
donde están o prepárense para recibir un buen golpe de esos!
 ¡Rick! ¿Que te pasa?  pregunto Bill, desconcertado.
 Esa es la voz de Látex Delazny  dijo Irma . La reconozco.
 Irma, quería preguntarte  dijo Bill , ¿como pudiste decirme que te llamabas Irma
Quentodehadas?
 No lo se, Bill. Supongo que perdí la memoria. Estaba confusa  señalo a Rick con un
dedo . Pero no puedo olvidar esa voz. ¡Delazny, todo esto es culpa tuya!
 He venido a socorrerte, ¿verdad, dulce Irma? Y todavía tengo intención de poseerte,
amor mío...  una expresión impúdica se apodero del rostro de Rick y a todas las otras
mujeres hermosas de la galaxia. ¡Les demostrare a esos idiotas que tanto se burlaron de
mi, que significa realmente la palabra macho!
 Pero, Rick... ¡Compañero! ¿Que ha ocurrido? ¿Es que has estado todo el tiempo del [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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