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distintos tipos de sensores: óptico, térmico, radiónico, electromagnético... Cetrespeó fue
enunciando los resultados de cada lectura a los dos hombres, que estaban observando el
sondeo desde lados opuestos del pasadizo.
Lobot ya conocía los resultados antes de que Cetrespeó los expusiera, pues el
pequeño androide astromecánico  por iniciativa propia, y sin que Lando se enterase de
ello había abierto otro de sus registros de datos a la conexión neural del ciborg. Era una
señal de apoyo que Lobot aceptó en silencio, sin decir nada que pudiera traicionar la
existencia de aquel pequeño acto de amotinamiento.
Después de que los sondeos iniciales no produjeran ninguna agitación de banderas
rojas, Erredós se acercó un poco más y desplegó su sonda sensora. La cabeza detectora
era demasiado grande para poder introducirse en los orificios más diminutos, pero
Erredós la acercó al primero de ellos todo lo que pudo sin llegar a tocarlo.
 Campo, cero coma cero nueve gauss  dijo Cetrespeó . Densidad de flujo, uno
coma seiscientos dos, índice alfa, cero, índice beta, ciento dieciséis. Polaridad de carga,
negativa... Erredós, no entiendo ni una palabra de todo esto. ¿Alguien tendría la bondad
de explicarme qué significa?
Erredós hizo girar su cúpula y emitió una estridente serie de pitidos, que Cetrespeó no
tradujo.
 Estoy intentando mantenerme inmóvil  dijo después mientras Erredós trasladaba la
sonda al orificio siguiente . Yo no tengo la culpa de que no me diseñaran para operar en
condiciones de ausencia de peso. La inmensa mayoría de seres dotados de un mínimo de
sentido común viven en la superficie de un planeta, que es donde deben estar.
La respuesta de Erredós le pareció malhumorada incluso a Lobot.
 Me da igual lo que pienses  dijo Cetrespeó . Vaya, pero si no eres más que un
mecánico... Yo, en cambio, he sido diseñado y construido para propósitos más nobles.
Debería estar en una recepción diplomática, ayudando a forjar la paz entre rivales que se
odian a muerte, o concertando un matrimonio dinástico... Oh, cómo echo de menos los
viejos tiempos...
La respuesta de Erredós consistió en un balido electrónico.
 Muy bien  replicó altivamente Cetrespeó . Mira cómo tiemblo. No necesito tu
ayuda.
Y después de haber pronunciado esas palabras, el androide dorado soltó la oruga
derecha de Erredós y cruzó los brazos sobre su plancha pectoral.
 Pero yo sí necesito tu ayuda. Cetrespeó  dijo Lando . Por lo tanto, deja de
pelearte con tu hermano y ve recitando los números.
 ¿Por qué insiste en cometer una y otra vez el mismo error, amo Lando?  casi
resopló Cetrespeó . Ese diminuto tirano egoísta no tiene ninguna relación de parentesco
conmigo.
 Yo puedo ayudarte. Lando  dijo Lobot en voz baja y suave, sin añadir ninguna
explicación . Campo, cero coma ochenta y dos gauss. Densidad de flujo, uno coma
setenta y cuatro, índice alfa...
Lando volvió la cabeza hacia Lobot para lanzarle una mirada llena de irritación, y eso
hizo que el ciborg se sintiera sorprendentemente satisfecho de sí mismo. Ninguno de los
dos vio cómo Cetrespeó alargaba un brazo y se agarraba a una de las protuberancias del
panel para no perder el equilibrio. Pero los dos oyeron el potente estallido de estática que
brotó de las unidades comunicadoras de los trajes de contacto y vieron el resplandor azul
que surgió de la nada y se extendió por todo el pasadizo.
 ¡Cielos!  exclamó Cetrespeó.
Lobot volvió rápidamente la cabeza en esa dirección y vio que el final del pasadizo
estaba lleno de serpientes de energía blancoazuladas. Chorros de chispas iban y venían
por entre las puntas de las protuberancias, moviéndose en un veloz bailoteo que ascendió
vertiginosamente por el brazo de Cetrespeó hasta llegar a la articulación del codo..., y el
chisporroteo se estaba intensificando rápidamente.
 Cetrespeó... No te sueltes...  empezó a decir Lobot.
La advertencia llegó demasiado tarde. En cuanto su sorpresa inicial se hubo disipado lo
suficiente para permitirle reaccionar, Cetrespeó apartó la mano en un acto de temor
totalmente reflejo.
Un instante después un gigantesco y serpenteante haz de energía surgió del panel y
envolvió la mano de Cetrespeó, destellando a lo largo de su brazo y un lado de su cabeza
para salir disparado de ella y perderse en el pasadizo. Antes de que nadie pudiera
reaccionar, el haz de energía ya se había alejado pasadizo abajo y había desaparecido,
extendiéndose a medida que avanzaba hasta que acabó bailoteando por encima de toda
la superficie como si fuera un halo de fuego azulado. Uno de los dedos del repentino
relámpago se deslizó a lo largo de los cables que habían tendido, convirtiéndolos en
polvillo negruzco que fue cayendo al suelo por detrás del estallido energético.
La descarga dejó a Cetrespeó dando tumbos y convulsionándose en el centro del
pasadizo. Su brazo derecho había quedado ennegrecido y los servomecanismos y
controles de energía quemados echaban humo, su cabeza estaba paralizada en un
ángulo muy extraño y temblaba incontrolablemente, como si uno de los actuadores
hubiera quedado atrapado en un ciclo cerrado de retroalimentación.
Lobot soltó una retahíla de maldiciones que ya ni siquiera se acordaba de conocer y
empezó a avanzar hacia el androide fulminado por aquel relámpago misterioso. Lando
permaneció inmóvil durante unos momentos, paralizado por el aturdimiento, y después
fue hacia ellos. Pero Erredós se movió más deprisa que los dos hombres, agarrando a
Cetrespeó y empezando a remolcarlo pasadizo abajo en dirección opuesta a la que había
seguido la descarga de energía. Cuando pasó junto a Lando, el pequeño androide
astromecánico le lanzó un sonido lleno de hostilidad.
 Lo siento  dijo Lando, alzando los brazos hacia el techo en un gesto de rendición .
No ha sido culpa mía. Lobot... Dile que no ha sido culpa mía.
Lobot se apresuró a seguir a Erredós y Cetrespeó por el pasillo, y pasó junto a Lando
sin romper su ceñudo silencio.
Erredós no permitió que Lando se acercara a Cetrespeó. Lando tuvo que conformarse
con observarles desde varios metros de distancia, mientras Lobot y Erredós se inclinaban
sobre el androide de protocolo e intentaban evaluar los daños que había sufrido.
Desde varios metros de distancia, los daños parecían ser considerables.
Un R6 o un R67 habrían sobrevivido a la descarga sin ninguna dificultad, y apenas la
habrían notado. Los últimos modelos de androides de combate contaban con un blindaje
especial que podía protegerlos de estallidos de energía y corrientes inducidas tan
poderosas que eran capaces de soportar un impacto casi directo de un cañón iónico de
clase uno.
Pero Cetrespeó había sido diseñado para librar guerras de palabras. Sus fusibles y
sistemas protectores tenían muy poca potencia, y la descarga de energía surgida del
panel los había atravesado como si no existieran. Si la carga hubiera pasado a través de
su cuerpo, recorriendo los procesadores primarios en vez de subir por un lado, Cetrespeó
estaría muerto. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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